«HABITAR EN JESUCRISTO»
Palabra de Dios: “el que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mi y yo en él” (evangelio)
- Según los evangelios, Jesús, ya en vísperas de su martirio, celebró con sus seguidores una comida de despedida. Había pasado por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por las fuerzas del mal. Pero las autoridades del pueblo judío no aceptaron el mensaje que ponía en peligro su situación de privilegio, y determinaron eliminar al Profeta. En esa despedida Jesús hizo un gesto muy significativo. Tomando pan y vino dijo: “aquí está mi vida, con todos sus anhelos de felicidad para todos y con todos sus desvelos para conseguir ese objetivo; con esa misma intención voy a la muerte; en este pan y en este vino os entrego mi vida para que sea vuestro alimento: “tomad y comed”. Y añadió: “haced este gesto en memoria mía”
- Cuando Jesús murió crucificado, sus seguidores perdieron la esperanza: todo había sido un sueño. Pero Jesús lleno de vida les salió al camino diciéndoles: “soy yo, no temáis”. Y animados por el Espíritu aquellos primeros cristianos recuperaron la confianza y , siguiendo la recomendación del Maestro, celebraban la comida fraterna donde el Resucitado se hace presente y se ofrece como alimento para el camino. Esa presencia real de Cristo en la eucaristía es la que proclama y celebra la Iglesia en esta fiesta.
- En el lenguaje bíblico “carne y sangre” significan la totalidad de la persona: su ser, su espíritu, sus aspiraciones, proyectos y conducta. A las autoridades religiosas judías que no aceptaban a Jesús como enviado de Dios, él les advierte: “si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida”; es decir, si no aceptáis mi persona y mi conducta histórica como revelación de Dios y camino de salvación, “moriréis en vuestro pecado”, en vuestra curvación egoísta. Nosotros en la comunión eucarística damos un paso más en nuestra unión con Jesucristo: “habitamos un poco más en él y él en nosotros”.
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