Invitación al seguimiento
- -En el bautismo de Jesús, que celebramos el domingo pasado, encontramos la confesión creyente de los primeros cristianos: Jesucristo es el Hijo de Dios; ungido por el Espíritu, su misión ofrecer le salvación para todos .Esa fue su carta de presentación en la sinagoga de Nazaret: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y a los pobres se anuncia la buena noticia de liberación. Hoy el evangelio trae la misma confesión: “éste es el cordero de Dios”. No porque se inmoló para placar a la divinidad sedienta de sangre, sino porque se dejó seducir por la presencia del “Abba” que es amor, y fue testigo de ese amor hasta entregar la propia vida venciendo a la muerte.
- – Dos hombres se sintieron atraídos por la novedad que ofrecía Jesús y decidieron acercarse a él: “Maestro ¿dónde vives?”. Querían conocer más su estilo de vida. Jesús les abre las puertas y aquellos dos hombres se quedaron con él. Está sugiriendo el evangelista el dinamismo de la fe cristiana o seguimiento de Jesús. En un primer momento nos sentimos atraídos por su proyecto: curar heridas, construir la fraternidad incluyendo a los excluidos. En un segundo paso, viendo el apasionamiento y la entrega incondicional de Jesús a esa causa, nos quedamos con él, tratando de ser sus seguidores.
- – En la Biblia el nombre significa la realidad de la persona. Cuando Simón se dispone a seguir de verdad a Jesús, recibe un nombre nuevo :“te llamarás Pedro”. En el bautismo nos dan un nombre que, según la costumbre de los pueblos castellanos, significativamente era el nombre del santo del día. El seguimiento de Jesús, configurar la propia conducta según la suya, significa una novedad, la perfección de nuestra condición humana .A esta perfección remiten expresiones como “nuevo nacimiento”, “hombre nuevo·”, “nueva creación” que vemos en los escritos de la primeras comunidades cristianas.
Jesús Espeja, dominico
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