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LOS SIETE DUELOS DEL MIGRANTE


Cuando escuchamos la palabra duelo, lo primero que se nos viene a la mente es la muerte de una persona. Sin bien es cierto, que el duelo suele ser  más intenso tras el fallecimiento de un ser querido, este puede producirse en diversas situaciones. Pero, entonces, ¿qué es el duelo? El duelo, es una  experiencia dolorosa y común a todas las culturas que se suele presentar tras cualquier clase de pérdida. Es la sensación de vacío, tristeza y soledad que  todos hemos sentido cuando terminamos una relación amorosa, cuando dejamos un trabajo, un país o una etapa de nuestra vida que no volverá.

El Dr. Josefa Atxotegui, Director del SAPPIR (Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a los Inmigrantes y Refugiados), del Hospital de  Sant Pere Claver de Barcelona, ha encontrado que uno de los duelos más dolorosos y significativos es el que sienten los inmigrantes  al abandonar su país de origen. Independientemente de las razones que hayan tenido para tomar la decisión de emigrar, sean estas, laborales, académicas, políticas o  económicas, forzosamente atraviesan por un período de duelo, pues sienten nostalgia por un conjunto de situaciones que se producen dentro de los siete  ámbitos principales en la vida emocional y afectiva de una persona; a saber:

1) familia y amigos,

2) lengua materna,

3) cultura,

4) paisajes y tierra,

5) estatus social,

6) grupo étnico y

7) seguridad física.

1) El duelo generado por la separación de familiares y amigos es el que más impacto tiene en la biografía del inmigrante,  dado que el mundo  afectivo de una persona se centra dentro de este ámbito. En un país extranjero, el inmigrante debe crear una amplia  red de amigos, de lo contrario, en caso  de enfermedades o en situaciones de apoyo, se puede acrecentar la sensación de desventaja y  los sentimientos de impotencia. Si este duelo se afronta de  una manera positiva, los inmigrantes tienen la oportunidad de escoger sus amistades y rehacer su vida afectiva y emocional, pues no siempre las relaciones  con los familiares en sus países de origen han sido satisfactorias. En algunos casos, la razón principal para que un inmigrante  abandone su país es la

relación conflictiva que tiene con su familia biológica, (padres y hermanos) o sencillamente, porque quieren olvidar una separación traumática.

2) El duelo por la lengua materna, se origina cuando el inmigrante decide fijar su residencia en un país que habla un idioma diferente al suyo. Un  marroquí, o un rumano en España, son un buen ejemplo.  El proceso de adaptación de estas personas es  más complicado, teniendo en cuenta que el  idioma, es un vehículo de comunicación que sirve para expresar nuestras ideas, pensamientos, conocimientos y sentimientos. Cabe señalar que este duelo,  no es un problema exclusivo a los diferentes idiomas. Un latinoamericano en España tendrá que  reelaborar el significado de algunas palabras. No es lo  mismo decir: ¿Me duele el estómago?, como es usual en Latinoamérica, a decir: ¿Me duele la tripa?, como se dice en España. En la práctica médica, estas  diferencias son bastante evidentes. El paciente a veces no sabe explicar su sintomatología y, el médico a su vez, no puede entenderle.

3) El duelo por la cultura, se produce cuando el inmigrante deja atrás una serie de concepciones acerca del mundo y, acerca de cómo una persona  debe comportarse. En el  país de destino, muchas de estas concepciones y maneras de actuar son diferentes. El inmigrante tiene que elaborar un proceso  que le ayude a identificar los comportamientos rechazados dentro de la nueva cultura. En España la gente es mucho más directa y habla con un tono de voz  más alto que en Latinoamérica. Por tanto, los latinos acostumbrados a hablar con un tono de voz más bajo, perciben a los españoles como groseros o mal  educados. Si le damos vuelta a la moneda, vemos que los españoles, perciben a los latinoamericanos, como menos asertivos e inseguros.

4) Según el psicoanálisis, el duelo por la pérdida de los paisajes y la tierra, representa simbólicamente a los padres y antepasados. Los  inmigrantes, apegados afectivamente a la tierra en la que han crecido, viven intensamente los cambios de paisaje, clima, colores, olores, etc. Estas pérdidas  son más intensas cuando los inmigrantes tienen que pasar de un medio rural a uno urbano y deben adaptarse a situaciones desconocidas, como el uso del  transporte público. En algunos países del tercer mundo, los pueblos no están señalizados, sus pobladores se orientan por los colores, o por la vegetación de  sus alrededores. La obligación que conlleva tener que aprender nombres de estaciones de metros o números y horarios de autobuses, incrementa los niveles  de estrés. El peligro de no superar esta pérdida, es la cerrazón a la nueva cultura y sacralización de la cultura de origen. Algunos inmigrantes, para  sobrellevar estos cambios, tienden a idealizar sus países.

5) El duelo por la pérdida del status social, se produce cuando un inmigrante con estudios o formación universitaria, tiene que realizar trabajos  que están por debajo de su preparación. En los países desarrollados, se tiene la creencia de que todos los inmigrantes tienen un bajo nivel cultural. Si el  inmigrante con una formación académica y profesional apta, elabora adecuadamente este duelo y tiene proyectos, ilusiones y expectativas de conseguir un empleo digno,  puede salir adelante. El inmigrante que peligra, es el que se culpabiliza a si mismo,  ayudado por la ineficaz legislación laboral en políticas  de inmigración y la saturación del mercado de trabajo de los países desarrollados. Estas personas, son propensas a padecer enfermedades psicológicas  como la depresión,  o bien, tienden a somatizar sus problemas y dificultades a través de otras enfermedades como migrañas, ulceras, etc.

Desafortunadamente, las condiciones sociales en las que viven gran parte de los inmigrantes, impiden que estos realicen su proyecto migratorio con plena  efectividad y de acuerdo a sus posibilidades reales.

6) Cuando hablamos del duelo por el grupo étnico, nos referimos a la pérdida de contacto con el grupo humano de origen, que posee un conjunto  de características comunes de raza, cultura, lengua, religión, creencias y valores.  La adecuada elaboración de este duelo, permite que los inmigrantes y  también los autóctonos, perciban el fenómeno de la inmigración como un enriquecimiento e intercambio de las cosas positivas de cada cultura. El peligro  de no elaborar este duelo, puede conducir a un fundamentalismo étnico. Es decir, que tanto los inmigrantes como los autóctonos, crean que una cultura es  superior a la otra. Este fundamentalismo, impedirá que los inmigrantes se integren adecuadamente a la sociedad de acogida y mantengan sus costumbres

radicalmente. Se han dado casos en que los inmigrantes se alimentan con comidas de sus países de origen y, desvirtúan la gastronomía del país donde  residen.

7) Finalmente debemos destacar el duelo por la pérdida de seguridad física, que se refiere a la exposición que sufren los inmigrantes a numerosos  riesgos tanto para su salud como para su integridad física. La salud se ve afectada por la mala alimentación, por carecer de condiciones higiénicas  favorables o por el contagio de algunas enfermedades. Los inmigrantes ilegales son más vulnerables a sufrir riesgos físicos. Tenemos el caso, de los que  llegan en las famosas pateras o aquellos que trabajan en el área de la construcción, con más posibilidades de sufrir accidentes laborales. Sin olvidar, el racismo, la xenofobia, la discriminación, el acoso laboral así como las violaciones que sufren algunas mujeres que viven en condiciones de hacinamiento.

Se tiene la falsa creencia que las personas que emigran son las más débiles. ¿Sería usted capaz de superar todas estas dificultades y emigrar a  otro país? Piense en la fortaleza física y psicológica que se requiere para resistir un conjunto de situaciones adversas como las descritas.

Por eso, contrariamente, a lo que sostiene la propaganda racista, los que emigran no son precisamente ¿seres inferiores? a los autóctonos de  un país, sino personas que, con un alto nivel  de capacidad de lucha y autonomía, contribuyen al desarrollo integral del país de acogida, por lo que  tienen bien merecida la credencial de ciudadanos y el derecho de desterrar para siempre su condición de súbditos.

Mercedes Valladares